Mi cuarta vez en Bogotá. Llegamos el sábado pasado desde Madrid. Tras pasar el control de inmigración, que aquí siempre es un dolor de cabeza -colas inmensas-, y romper una de las botellas de vino de La Rioja que llevábamos para regalar a la familia, nos esperaba una hora larga en coche para llegar al destino final: la casa familiar. Bogotá es una ciudad inmensa y bastante difícil de transitar, una vez que uno se monta en un coche -o carro, como ellos dicen- no sabe qué puede pasar. El consejo: armarse de paciencia y llevar buena música para hacer los atascos más llevaderos.
Lo mejor de Bogotá, y de Colombia en general, son los desayunos. Despertar aquí es una gozada. Nada más abrir los ojos sabes que te espera fruta tropical de todas las clases y variedades, y un buen café colombiano, suave en sabor e intenso en olor.
Tras el desayuno colombiano (fruta, café, huevos con maíz y arepa), ya uno tiene fuerzas suficientes para echarse a la calle a disfrutar de la loca ciudad de Bogotá. Por donde quiera que vas: artesanías, puestos de frutas y delicias de la panadería colombiana y un contraste muy marcado entre lo nuevo y lo viejo, entre la pobreza y la riqueza. Eso es Bogotá, a veces preciosa y a veces tan horrible que querrías salir corriendo.
Qué rico se ven esos buñuelitos y las empanaditas 😍 jaja.
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Hola Ciudadela Poética. Los buñuelitos y las empanadas están deliciosos. 100% recomendados. Saludos
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Gracias
¡¡Saludos!!
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